Hace un par de días recibí la Propuesta de Futuro de Susana Díaz en la que, después de llamarme compañero –a mí, que solo me acompaño a mí mismo–, me habla de la bondad de sus intenciones, y lo hace con una prosa de quien no asistió a clase el día en el que explicaron lo de las comas respiratorias, las concordancias/discordancias y las iteraciones, con un discurso farragoso, además de nebuloso y con un vamosaganar que da mieditis.
Para empezar con cierto nivel de credibilidad, lo primero, por lo menos para mí, es que se demuestre la idoneidad con un discurso correcto, como poco, en su ortografía, que ser político no exime de la norma ortográfica, y menos si se aspira a gobernar a lo grande (este grande es espacial, por supuesto). Apunto que la moza no me cae bien de salida –yo siempre me fío de mi primera impresión– y, por tanto, accedo al texto con guantecitos y pinzas, y lo veo vacío de verdad y preñadito de cosas que todos queremos oír –que escuchar es otra cosa–. Pues bien, ayer comentaba esto con un par de colegas a la vez que les preguntaba de forma capciosa que a quién iban a votar, a lo que recibí como respuesta que a Susana, porque respeta el pasado del partido. Yo sonreí, porque soy socialista convencido, pero no soy socialdemócrata ni socialista liberal, esos jodidos inventos para ganar un centro en el que nunca debe estar una ideología que se define como de organización social y económica basada en la propiedad y la administración colectiva de los medios de producción y distribución de los bienes. Y me mosqueé un poquito cuando escuché de la boca de uno de los colegas un puñetero Yo ya sé de qué vas tú que no me sorprendió, pero me molestó.
Pues yo voy de justicia social, de libertad buscada, de igualdad por arriba, de humanismo para todo... No voy de propiedad privada, de banca privada, de prebendas, de medranzas, de puertas giratorias, de mentir al pueblo; no voy de dirigentes mediocres que nunca han sido parte del pueblo llano, que no conocen otro trabajo que el de la política, que no han estado al lado de los que tienen necesidades más que con la boca chica en sus discursos electoralistas, de los que están para ganar... ¿Ganar qué?
En este tiempo infame, tramado hasta las ingles por lo neoliberal, necesitamos dirigentes muy bien formados, con experiencia de calle y con un sólido fundamento filosófico, no carterillas de tocamerroque dispuestas a lo que sea por estar a fuerza de asegurar el estar de esa pandilla de progres revenidos que se vinieron a más con representaciones públicas.
Vamos, que para un buen futuro, antes, como poco, una ortografía correcta..., y, después, todo lo demás.
¿Compañero?
Para empezar con cierto nivel de credibilidad, lo primero, por lo menos para mí, es que se demuestre la idoneidad con un discurso correcto, como poco, en su ortografía, que ser político no exime de la norma ortográfica, y menos si se aspira a gobernar a lo grande (este grande es espacial, por supuesto). Apunto que la moza no me cae bien de salida –yo siempre me fío de mi primera impresión– y, por tanto, accedo al texto con guantecitos y pinzas, y lo veo vacío de verdad y preñadito de cosas que todos queremos oír –que escuchar es otra cosa–. Pues bien, ayer comentaba esto con un par de colegas a la vez que les preguntaba de forma capciosa que a quién iban a votar, a lo que recibí como respuesta que a Susana, porque respeta el pasado del partido. Yo sonreí, porque soy socialista convencido, pero no soy socialdemócrata ni socialista liberal, esos jodidos inventos para ganar un centro en el que nunca debe estar una ideología que se define como de organización social y económica basada en la propiedad y la administración colectiva de los medios de producción y distribución de los bienes. Y me mosqueé un poquito cuando escuché de la boca de uno de los colegas un puñetero Yo ya sé de qué vas tú que no me sorprendió, pero me molestó.
Pues yo voy de justicia social, de libertad buscada, de igualdad por arriba, de humanismo para todo... No voy de propiedad privada, de banca privada, de prebendas, de medranzas, de puertas giratorias, de mentir al pueblo; no voy de dirigentes mediocres que nunca han sido parte del pueblo llano, que no conocen otro trabajo que el de la política, que no han estado al lado de los que tienen necesidades más que con la boca chica en sus discursos electoralistas, de los que están para ganar... ¿Ganar qué?
En este tiempo infame, tramado hasta las ingles por lo neoliberal, necesitamos dirigentes muy bien formados, con experiencia de calle y con un sólido fundamento filosófico, no carterillas de tocamerroque dispuestas a lo que sea por estar a fuerza de asegurar el estar de esa pandilla de progres revenidos que se vinieron a más con representaciones públicas.
Vamos, que para un buen futuro, antes, como poco, una ortografía correcta..., y, después, todo lo demás.
¿Compañero?
Me alegra que vuelvas a invadir tu espacio.
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