“Platero, ¿tú nos ves, verdad? Sí, tú me ves…”… recitaba Antonio G. Turrión anoche a los cuatro gatos que le escuchábamos en BizArte durante el acto de homenaje recuerdo a Juan Ramón en los 100 años de Platero y yo… Justo cuando Antonio nos entregó estas palabras, al final del acto, en mi cabeza apareció nítida otra lectura de Platero a la que asistí hace años en Moguer, en la casa del poeta, frente al retrato enorme y divino de Zenobia Camprubí… y lo recordé porque el sentimiento fue el mismo… o no, que esta vez fue mucho más intenso.
En la lectura de Moguer tuve la sensación de que el burrito era aquella belleza que emanaba Zenobia… y en la lectura de anoche percibí que eran todos mis desapareciditos, aquellos que dejaron impronta en mi espíritu y me anegaron el alma de una tristeza inabarcable… y me pasé la noche gritando adentro: Josetxo, ¿tú nos ves, verdad? Sí, tú me ves… Ángel, Félix, Fernando, ¿vosotros me veis? Sí, me veis… Magdalena, ¿tú nos ves, verdad? Sí, tú me ves… Abuela, ¿tú nos ves, verdad? Sí, tú me ves… y luego un no dormir pensando en la muerte, intentando saber si me produce curiosidad o temor, intentado buscarle las vueltas al hecho inexorable de la desaparición y esas constantes visitas de memoria que me hacen mis muertecitos para calmarme o para angustiarme, para ponerme en el lugar que debo estar o para indicarme caminos que debiera transitar.
De amanecida, cansado de lo horizontal, busqué una ducha reparadora y me di cuenta con nitidez de que soy todo lo que me falta y todo lo que se ha ido, de que debo seguir buscando –aunque ahora me falten ganas y potencias–, de que debo pisar con fuerza cada segundo nuevo para ‘hacer’ lo que no he hecho, para amar lo que no he amado, para completarme… porque, vosotros, mis muertecitos, ¿nos veis, verdad? Sí, vosotros me veis.
Yo creo que sí nos ven. ¿Sabes por qué lo creo? Porque nosotros los miramos. Somos espejos cóncavos del tiempo.
ResponderEliminarAntonio Gutiérrez