Este tiempo traicionero contiene un duro viaje desde el Kremlim al Gulag... mientras, pasan los pájaros en bandadas volviendo a sus nidos del sur, caen las hojas para hacer humus negro capaz de árboles nuevos, pasan las nubes blandas unos días y otros días tremendas, corre el tipo de siempre justo en la amanecida por mantener el absurdo de su forma física, la vieja se detiene apoyada en su bastón para pillar un poquito de aire y el tonto de siempre es feliz porque no se entera... ayer conté innumerables puestitos en el mercadillo de la Plaza Mayor de Béjar y analicé el asunto brevemente... dos puestos profesionales (de gente que vive de ello desde hace años), dos puestos solidarios (para echar una mano a los que están jodidos) y el resto de puestitos habitados por tipos extraordinarios que tienen familia pero ya no tienen trabajo... y le echan las horas a rebuscar objetos viejos en los desvanes o en los pueblos de alrededor, a hacer muñequitas de trapo, colgantes, broches, bolsitos, monederos... cualquier cosa susceptible de ser vendida para sacarle uno o dos euros con los que saciar la necesidad del próximo minuto... y todo ello hace que lo que está montado como un mercadillo de artesanía sea en realidad un mercadillo de supervivencia... entre mis amigos mercadilleros hay licenciados (en Geológicas, en Bellas Artes, en Filología...), algún ingeniero, algún administrativo, herreros, carpinteros, albañiles, amas de casa... y casi todos sin un empleo capaz de propiciarles una vida digna y adecuada a sus capacidades... todos tienen un arte hermoso escondido en sus manos y en sus cabezas, todos intentan algo cada minuto de sus días, pues son inquietos, están vivos y saben con certeza de su valor propio... así visto, el mercadillo mensual de la supervivencia es una hermosa escuela de calle a la que todos los padres de familia debieran llevar a sus hijos para que que se empapen de lo que es la verdadera lucha pequeña por la vida y aprendan que cada impulso interior tiene una salida digna con la que avanzar, aunque sea poquito a poquito... mis amigos mercadilleros no están vencidos, no son vencidos y no lo serán jamás, pues se tiran sin rubor a la calle y al frío para decir con claridad: ¡aquí estoy yo, y estoy peleando porque tengo un valor extraordinario, un valor que es mi mejor tesoro!... y este Gulag tremendo creado por los políticos, los banqueros y sus sicarios terminará siendo un Kremlim nuevo desde el que arbitrar un tiempo distinto en el que la dignidad esté siempre por encima del dinero, en el que la pasión por vivir sea moneda de cambio y las cosas solo sirvan para hacernos mejores y no peores, como ahora sucede.
Sé que lo que va a suceder tiene un día fijado, y que ese día habrá quien se arrepienta de todo lo que ha hecho y quien lo haga de todo lo que no ha hecho... y me da que esa fecha está mucho más cerca de lo que ‘ellos’ imaginan... entonces reiré... reiremos juntos... mientras, sigo asistiendo sin falta a ese hermoso mercadillo mensual de la supervivencia... y allí hago amigos grandes mientras aprendo de ellos que el mundo y el hombre son otra cosa... y les doy las gracias por ello.
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