Ir al contenido principal

Los lotos del estanque...




Vayamos a cortar lotos al estanque, bacante de luciérnagas en los ojos, odalisca con volcán en el vientre, la de labios Montparnasse y telaraña donde quedarse prendido... vamos a cortar lotos al incendio y orquídeas si quieres... o tréboles azules de los fiordos donde no pueden vivir las iguanas, flexible sacerdotisa con compactos racimos de uvas en los pechos... vamos a cortar lotos esta noche mientras la selva avanza hasta las vitrinas donde guardas alientos y susurros junto a las uñas cortadas... y que el alma tenga sombra mientras el viento flota tenaz en nuestras bocas, mientras se hace el pantano entre las piernas y el agua no es bastante.
Quiero verte manchado el vestido como el mármol de un huérfano, que me dé miedo saber que en tu cuerpo crecerá un árbol y no haya amor suficiente y los días sean blandos y con nubes oscuras y un algo Singapur termine siendo un leve frío de noviembre.
Quiero que te topacies y los búhos se embriaguen de mirarte con sus ojos abiertos, que seas colibrí por cada herida o níscalo en la mesa, que cuentes hasta dos y ensayes algún pentecostés y un nombre propio, que tus rosas se abran donde Safo pernocta, que te empecines en buscarme mortal y tengas estatura de estrella amotinada... quiero verte Chopin y Victor Hugo cuando te mire con cautela... o súbita como la corriente de Humboldt o el áspid o la cierva que huye de la mirada torva del cazador... o dura y con escamas de puro jaspe...
Vayamos a cortar lotos al estanque y dejaré que seas anaconda y me tragues despacio, que seas mi justa ración de opio o el carbón consumido en una hoguera... vayamos a cortar lotos y a volvernos invisibles y obsesivos por saber lo mirado... y que de pronto se haga la noche y te incorpores en un sueño de caballos de madera y delirio.
Y que no haya hipotecas ni este cuajo de perros que me brida...
Vayamos a cortar lotos... tú detrás de mí... y al fondo un bullicio de perros, de esos perros que habitan las afueras.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj