Lamer la mano hasta que quede blanda, como si lamieras una herida, pero sin herida... incluso como si lamieras la mano, pero sin mano... o buscarte mujer en los pliegues del cuerpo para encontrar de una vez el secreto que de puro iguales nos hace distintos, para entender de pronto lo que nunca pudiste entender.
La mesa puesta... los platos preparados con su brillo de platos... los cubiertos dispuestos sobre la servilleta... un frutero con naranjas en el centro... y las sillas, como ataúdes diarios, esperando a su muerto...
Miro la mesa y me quedo abatido, cada día, cada comida, cada cena, cada desayuno... y no presiento esporas capaces de cambiar esto como debe cambiarse... entonces me voy al baño, me encierro, bajo mis pantalones y me siento en el váter para pensar, que es como mejor pienso, y hago mi lista repetida durante meses:
- Sanidad: universal, coño, universal.
- Alimentación: completa y para todos, coño, para todos.
- Formación: obligatoria y gratuita, coño.
- Vivienda: universal también, joder, también.
Y de pronto, con el culo ya marcado por el óvalo, hago un recorrido mental por mi calle... veintitrés viviendas vacías en una jodida calle cortísima, viviendas que son de ancianitos que en su tiempo pertenecieron a una clase privilegiada, personas que apenas fueron capaces de producir nada para los demás, que heredaron bienes y tierras a los que habría que someter a una jugosa investigación para conocer de dónde salieron (adelanto el resultado: el noventa por ciento de esos bienes les llegaron del pillaje, del robo manifiesto, de la explotación de otros y de su afinidad al régimen de Franco, que más de una caso conozco de personas que se quedaron con los bienes de republicanos detenidos y masacrados y que los escrituraron como suyos... así hasta nuestros días)... y esas casas están vacías, pudriéndose de soledad mientras hay quienes las necesitan para su dignidad y su cobijo.
Pues eso es lo que hay que hacer, conseguir que todo hombre cuente con una sanidad digna, que pueda comer cada día, que se pueda formar y que tenga un techo bajo el que cobijarse... solo eso, coño... y es tan fácil como arbitrar que nadie pueda tener más de lo que se pueda gastar en una vida, tan fácil como eso.
Lamer la mano hasta que se deshaga y el muñón te diga lo que eres por cada una de las cosas que no has hecho o no has intentado... y luego buscarte la mujer que llevas en cada uno de tus orificios... y silbar, coño, silbar.
Comentarios
Publicar un comentario
Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...