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Acción Poética Trujillo.

Anotación en mi cuaderno de la primera pintada que vi de ACCIÓN POÉTICA TRUJILLO.


En tres ciudades peruanas (Lima, Trujillo y Cajamarca) me preocupé por buscar alguna librería donde poder comprar una antología completa de Watanabe y otra de Carlos Augusto Salaverry. Mi primera experiencia fue a la europea, pues recalé en el ‘Jockey Plaza’ de Lima –un centro comercial enorme fruto de la espantosa globalización que padecemos– y entré en el local que allí tiene abierto ‘Crisol’... pregunté a uno de los empleados y, enseguida, puso en mis manos una enorme antología de Watanabe con cubiertas en color crema y exenta de cualquier decoración, mientras me indicaba que no tenían nada de Salaverry. Dediqué unos minutos a echarle un vistazo al libro y me di cuenta de pronto de que no llevaba soles, pues había cambiado mis euros por dólares en España y aún no me había dado tiempo a pillar soles, así que llevaba una buena suma de dólares y algunos euros que había reservado para mi vuelta a España. La antología me interesó y me dirigí a la caja para hablar con el tipo que la atendía. Le expliqué mi problema y le pregunté que si podía pagarle con cualquiera de las dos monedas que llevaba en mi bolsillo, más cuando el precio que figuraba en la contracubierta del libro lo hacía en euros: ’40 €’. El tipo me explicó primero que el precio del libro era de 40 soles y que se habría equivocado quien puso el precio al seleccionar la moneda (la verdad es que el tamaño y la calidad del libro justificaban perfectamente un precio de 40 euros y hacía que el precio de 40 soles fuese irrisorio –un euro cambia aproximadamente por 3,50 soles–) y que no me podía cobrar más que en soles, mientras me indicaba que había un cambista no sé donde y que podía ir a cambiar para comprar el libro. Yo me encontraba agotado por mi viaje y algo perdido en el lugar, así que no se me ocurrió otra cosa que ofrecerle el pago de los 40 euros que figuraban en el libro, con la indicación de que los cambiase él y se quedase con el beneficio, porque me apetecía mucho tener esa obra en ese justo instante, sentarme en uno de los cafés aledaños y echarle unas horas tranquilas a la lectura de Watanabe junto a un café... incluso le sugerí que pagase él con soles y yo le daba los 40 euros –me pareció una buena oferta para él–, a lo que se negó taxativamente. Yo lo pensé un ratito y decidí que mi agotamiento no me permitía otra cosa que aparcar la compra de esa antología para otro momento –seguro que habría oportunidades diversas para hacerme con ella, pensé, seguro que en cualquier librería peruana tendrían todos los títulos de Watanabe–, así que me fui directamente a descansar con un café caliente y a dibujar algo en mi Moleskine del Perú.
Después de unos días, ya ubicado en la ciudad de Trujillo, le comenté a mis amigos de allí mi intención de hacerme con libros de ambos autores, a la vez que en mis múltiples paseos por la ciudad preguntaba a las personas con las que me cruzaba por alguna buena librería cercana... primero se quedaban pensativos y pocos eran los que acertaron a enviarme a alguna dirección cierta, que siempre terminaba siendo alguna librería de textos escolares o algún pequeño almacén abarrotado de títulos de segunda mano entre los que no figuraban los de los autores buscados... Durante ese tiempo, Mili me hizo con unas fotocopias que me permitieron leer algo de Salaverry y Víctor me regaló un pequeño librito de tirada barata que recogía poemas sueltos de tres obras de Watanabe, lo que le agradecí encarecidamente vista la dificultad de hacerse con su obra en la ciudad. Uno de los días de mi estancia allí, visité otro centro comercial en el que había una librería ‘Crisol’, pero no tenían en existencia ningún título de Watanabe ni de Salaverry.
Un día, conversando con mis amigos, mostré interés por conocer el Mercado Mayorista de Trujillo, del que me habían hablado mucho por su hermoso colorido, el movimiento de sus gentes y, sobre todo, que estaba lleno de peligros para un ‘gringo’ como yo, y terminé convenciendo a Víctor para que me acompañase a dar un paseo por la zona... ¡una auténtica belleza!... lástima que Víctor me rogó que no llevase mi cámara de fotos por miedo a que me la robasen. El caso es que al entrar en la zona, una cuadra antes del Mercado Mayorista, recordé que en mi anterior viaje a Perú había estado en una vieja librería almacén, y se lo comenté a Víctor, que enseguida me llevó hasta ella. Preguntamos por los dos autores que yo buscaba y un extraño tipo travestido nos demostró enseguida que conocía el material que vendía y, raudo, puso en mis manos varias viejas ediciones de ambos autores que me pusieron golosito, golosito. Pedí precio y el extraño vendedor me dijo que no se vendían, que los libros solo eran de préstamo o para vender en fotocopias. Insistí, ofreciendo un sobreprecio magro sobre el valor de los libros, pero el tipo se negó taxativamente a negociar conmigo. Así que nos fuimos a degustar con los ojos el Mercado Mayorista hasta que Víctor me dio la voz de alarma –nos estaban siguiendo– y me hizo montar a toda prisa en el primer bus que pasó a nuestro lado para tomar distancia con el peligro que yo no veía, pero que él tenía muy claro.
Durante los siguientes días en Trujillo, sé que Mili estuvo mirando por todas las librerías conocidas con el único objeto de regalarme alguno de los libros que buscaba, pero no fue capaz de encontrarlos.
Ya en Cajamarca, con la cabeza loca por el sonido constante de los tambores que llenaban su mágica semana de carnaval, solía salir a primera hora de la mañana a pasear sus calles y sus plazas, a tomar apuntes del natural en mi Moleskine y a realizar algunas fotografías... en ese tiempo preguntaba por librerías a las personas con las que me cruzaba y, de mis mil preguntas, solo un par de ellas tuvieron respuesta, con el resultado de que en las dos librerías que visité no habían oído hablar de Watanabe y Salaverry les sonaba como el nombre de alguna calle... ¡Alucinante!
Esta experiencia me dejó mucho sobre lo que pensar, ya que fuera de César Vallejo, con el que se le llena la boca a todo peruano, apenas se reconoce a poetas locales que en Europa ya han sido muy reconocidos y, lo que es peor, no hay opción editorial para empezar a conocerlos como se merecen... eso me indicaba un aspecto triste de la situación cultural de Perú: la falta de medios de acceso a la cultura para el ciudadano, algo imprescindible para comenzar a construir un futuro en el que la dignidad del hombre debe basarse en un humanismo abierto y decidido... pero hubo algo que me sacó de la tristeza, una chispa que saltó durante uno de mis múltiples movimientos en taxi por la ciudad de Trujillo (una ciudad abarrotada de anuncios comerciales y pintadas de carácter político en sus muros)... mientras transitaba el caos de una de sus calles vi una pintada limpia (tipografía negra muy cuidada sobre fondo blanco) que decía: “SIN POESÍA NO HAY CIUDAD”... no vi más, porque el taxi pasó por ella a una velocidad considerable, y tampoco tuve tiempo de reacción para hacerle una foto con mi móvil... pero lo anoté en mi Moleskine... al paso de los días, caminado la ciudad, me topé de pronto con otra pared similar, el mismo fondo blanco y la misma cuidada tipografía negra: “RESPIRO TU NOMBRE”... y debajo figuraba una pequeña firma que decía: “ACCIÓN POÉTICA TRUJILLO”... se lo comenté a mis amigos, muy interesado, pero ninguno sabía darme noticia de qué iba aquello, así que comencé a preguntar por las calles... y nadie sabía nada, hasta que hablé con una kiosquera viejita que vendía periódicos... me miró a los ojos, se paró a pensar un ratito y al cabo me dijo: “Cómpreme ‘La Industria’ de hoy, gringuito, y se enterará de todo”. Yo le compré el periódico que me indicó y me senté en la acera aledaña a leerlo... noticias locales sin interés para mí, varias páginas dedicadas a la renuncia del papa y las posibilidades papables de algunos arzobispos latinos y, en la página B3 del tabloide, un artículo entero profusamente ilustrado que, bajo el título “Sin poesía no hay ciudad” recogía el trabajo recién iniciado por un grupo de jóvenes –autodenominados ‘Acción Poética Trujillo’– sobre los muros de Trujillo con la idea de recuperar la poesía para el ciudadano y motivarle ante el crecimiento desordenado de la ciudad, pidiendo un cambio de usos de una forma llena de belleza e intención. Guardé el artículo en mi bolsa y tiré a una papelera el resto del periódico.
Aquello me dejó pensando que hay esperanza y que aún puede crecer Perú con un sesgo humanista que propicie un futuro en el que la educación y la cultura sean pilares fundamentales de desarrollo.
Desde que llegué a España les he seguido en su cuenta de Facebook... y han sucedido cosas preciosas que contaré más adelante.
Con ACCIÓN POÉTICA TRUJILLO ha nacido una importante esperanza para Perú (más cuando he ido descubriendo que el movimiento está creciendo de forma geométrica por un montón de ciudades peruanas). Mi más emocionada enhorabuena a sus instigadores.

Segunda pintada de ACCIÓN POÉTICA TRUJILLO que pude fotografiar.

Imagen del artículo dedicado por 'La Industria' a ACCIÓN POÉTICA TRUJILLO en su edición del día 12 de febrero de 2013



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