Después de los hermosos gestos de los que he sido acreedor en los últimos días (gracias, Hugo... gracias, Urah), debo confesar que he roto a llorar como un crío y me ha sido imposible retomar la lectura de Marianne Moore y de Wallace Stevens, autores a los que estoy dedicando los últimos días... así que decidí salir a respirar tranquilo toda la mañana para calmarme, tomé mi Nikon con un objetivo macro e hice este homenaje de color a mis dos amigos, el color del hermoso comienzo de la otoñada bejarana, tomado justo en los lugares que paseamos hace unos días Hugo y yo. Para ellos, para Hugo y Urah, quedan estas tomas mágicas que contienen toda la amistad que puedo darles. Os quiero mucho.
Bitácora de Luis Felipe Comendador