He pasado una mala noche y voy notando que cada día que pasa se me hace más difícil dormir como desearía. El sol comienza su ciclo diario del calor y los jóvenes ya preparan su ropa de baño, que es parte de su oficio de vivir, un ingenuo oficio comparado con otros... el del poeta, por ejemplo, es un oficio verdaderamente difícil si se practica con intención de verdad (no de seriedad, que la seriedad acaba siempre haciéndote un ingenuo)... años hasta poder conocer que lo que realmente es importante de un poema es la sentencia, no el consuelo, no el daño, no el manierismo... y tampoco el desahogo... todo eso puede ir antes como decorado... pero el verso final, el último... ése es la verdad del poeta.
Siempre buscando que lo que escribo sea capaz de sorprenderme... pero todo lo que consigo termina aburriéndome.
Siempre ‘hago’ para trascender... y eso me hace infeliz, porque solo quisiera ‘hacer’ porque sí, sin más. Por lo menos me queda el consuelo de que lo sé.
Me encanta sentir indiferencia por alguien que me ha hecho daño (aunque me cuesta)... en ese punto siempre le doy por perdonado.
La vejez llega cuando ya no sabes qué hacer.
¿Por qué el mundo social se empeña en que hagamos como que tenemos todo lo que nos falta?... si consiguiéramos salir de ese bucle, seríamos bastante más felices.
Esta crisis que vivimos se hace más profunda cada día por su elevadísimo contenido de traiciones (hay que recordar que las traiciones traen siempre revolución).
Las interpretaciones románticas de lo que nos rodea consiguen –y es bien triste– que cualquier contestación al sistema no sirva de nada.
Fui adulto justo cuando conseguí entender que, modificando las cosas de mi alrededor, mis pecados terminasen pareciendo virtudes. Es realmente jodido ser adulto.
Ayudar a alguien suele llevar a terminar odiándole.
Nunca doy porque debo dar, por obligación o por agradecimiento... siempre doy simplemente porque me apetece (ser así me salva).
Pensar en lo que hay que hacer nunca fue lo mismo que hacerlo... así estamos.
El placer fatiga siempre cuando termina. Me gustaría estar realmente agotado.
Suelo saber siempre cuándo me mienten... y más que una virtud es una gran putada.
Si alguien te odia, ten muy claro que te podría amar intensamente.
El verdadero valor a veces está en saber callarse.
Siempre buscando que lo que escribo sea capaz de sorprenderme... pero todo lo que consigo termina aburriéndome.
Siempre ‘hago’ para trascender... y eso me hace infeliz, porque solo quisiera ‘hacer’ porque sí, sin más. Por lo menos me queda el consuelo de que lo sé.
Me encanta sentir indiferencia por alguien que me ha hecho daño (aunque me cuesta)... en ese punto siempre le doy por perdonado.
La vejez llega cuando ya no sabes qué hacer.
¿Por qué el mundo social se empeña en que hagamos como que tenemos todo lo que nos falta?... si consiguiéramos salir de ese bucle, seríamos bastante más felices.
Esta crisis que vivimos se hace más profunda cada día por su elevadísimo contenido de traiciones (hay que recordar que las traiciones traen siempre revolución).
Las interpretaciones románticas de lo que nos rodea consiguen –y es bien triste– que cualquier contestación al sistema no sirva de nada.
Fui adulto justo cuando conseguí entender que, modificando las cosas de mi alrededor, mis pecados terminasen pareciendo virtudes. Es realmente jodido ser adulto.
Ayudar a alguien suele llevar a terminar odiándole.
Nunca doy porque debo dar, por obligación o por agradecimiento... siempre doy simplemente porque me apetece (ser así me salva).
Pensar en lo que hay que hacer nunca fue lo mismo que hacerlo... así estamos.
El placer fatiga siempre cuando termina. Me gustaría estar realmente agotado.
Suelo saber siempre cuándo me mienten... y más que una virtud es una gran putada.
Si alguien te odia, ten muy claro que te podría amar intensamente.
El verdadero valor a veces está en saber callarse.
Buenos días, Luis Felipe Comendador:
ResponderEliminarTú no serías aburrido -para los demás- ni aunque te emplearas en ello con todas tus fuerzas.
Ah, y tampoco nunca te llegará la vejez.
Conseguir un buen verso puede llevar toda la vida, incluso cuando se vive en intentos constantes buscando la poesía.
Saludos
P.D.: Esa calle de tu dibujo -tan querida por ti- es demasiado estrecha. Te llevo sol, mar y una canción de domingo.