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¿Es que estás tonto?...




El sistema como un emoticono que no lubrica, sin panderetas ni posibles, nada cocoricó y sin bastantear –porque no hay quien bastantee– . El sistema forzando la tensión superficial de ese vaso común de depresores, artificializando todo con su burda mecánica de números difíciles y pirimpimpaneros... y los hombres hechos mojama por haber faltado a clase el día en que explicaron lo que es la vida... que aquel día quedó bien claro a los escasos asistentes que el dinero es un simple acuerdo semiunánime, un acuerdo que se puede romper para hacer otro y santas pascuas, no como el latido de un corazón o el blup-blup de una sesada.
El sistema como fracaso de casi todos para la sonrisa tocineta de unos cuantos, para el fraude y el engaño, para darle tono y sazón a la jodida palabra “mercado”... el sistema para apretarnos hasta el “yanopuedo”, para individualizar la pobreza y comerse al pobre tonto y al tonto pobre.
Si todo es irse, coño... decir que te vas y hacerlo, sin darle muchas más vueltas que las que puede tener hacer una maleta con ropa y viandas, y salir de naja, a lo que salga, a querer a la gente y a dejarse querer, a respirar hondo y a dejarse adormilar bajo el sol  de las cinco... solo eso, que el mercader no tenga qué vender ni con qué robar, que no haya temor para que nadie se empeñe en tramitarlo, que no exista un futuro sencillamente porque el futuro no existe... salir sonriendo y echar el día en mirarlo todo con curiosidad y con asombro... y regalar todo tu asombro a quien pase a tu lado.
El sistema es la trampa que primero propone caminos y luego obliga... pero la verdad es el hombre, su respiración, su aliento, las manos que se cruzan, su capacidad para el abrazo...  la verdad es exactamente todo lo que el sistema se empeña en ocultar con ropajes y bytes, con consumo y placeres virtuales...
¿Es que estás tonto?

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