Estoy mayor y me lo demuestran constantemente las circunstancias, pero no sé si estoy mayor por mi actitud (mi acritud) o por las jodidas circunstancias.
Ayer asistí a la conmemoración local del primer año del movimiento 15M y volví triste a mi casa porque tomé el amargo bebedizo de la certeza de que no estamos formados para sostener una protesta social en condiciones y sin esos sesgos ideológicos que acaban rompiéndolo todo.
En Béjar, como siempre, éramos cuatro gatos, pero cuatro gatos señalados, coloreados y hasta un poquito plinios... y cada uno a lo suyo, a su discurso, a su forma de ver el mundo y la cosa, a sus problemas particulares y a su columnaria identidad política y hasta religiosa (que alguien soltó uno de esos manidos ‘cagoendiós’ como conectiva de atención y hubo quien se molestó por ello).
A mí se me respondió ‘que sin ideología no vamos a ningún lado’ porque intervení pidiendo que apartásemos los sesgos ideológicos para conseguir la verdadera unión de ‘personas’ molestas con el sistema, porque mi percepción me sugiere que ahora es el momento de mostrar el descontento común sin entrar en debates que nos separen y que nos distingan por ideario político. Creo que lo fundamental ahora consiste en sumar voces plurales contra la debacle de quienes lideran la marcha del sistema y olvidarnos de momento de lo que somos para intentar obtener el biotopo preciso donde poder diferenciarnos desde nuestro planteamiento ideológico. Que este movimiento, desde mi punto de vista, no es para el ‘yo soy’, sino que debe pastar del argumento preclaro del ‘ustedes no deben ser’... y el ‘yo soy’ vendrá más tarde.
Vista la asamblea de ayer, me quedó la percepción de que los pocos que estábamos allí solo éramos un charquito de ‘unos’ imposibles contando a los demás –oídos sordos– su percepción cocoricó de la cosa... cada cual encerrado en su pequeño universo de protesta y empeñado en la definición de sí mismo.
Del intento puede sacarse en positivo que aún hay ‘ganas’ de algunos para seguir en una brecha que no tiene un claro futuro porque aún no ha aprendido a tramitar el presente... y lo negativo, lo más negativo, es que bastaron treinta minutos de patetismo asambleario para que saliera huyendo un nutrido grupo de jóvenes que se acercó con curiosidad y con ganas a la quedada.
Y me sentí raro, como desubicado... y me puse triste, muy triste, porque la esperanza que tengo en este movimiento social empieza a difuminarse por lo local, como siempre me ha sucedido en otros asuntos de diverso calado... y pensé que probablemente nosotros seamos el verdadero problema con nuestras ideas pequeñas y estancas, con el ombliguismo cerrado para plantear cualquier pequeña cosa y con la imposibilidad absoluta de la mirada abierta.
Yo fui solo a protestar contra el sistema con el sueño de intentar cambiarlo siendo uno más, pero me encontré con algunos afanes personales, con explicaciones absurdas de ‘yo soy’ (humanista, dijo uno), con frases como ‘dejad hablar al compañero’ en clara referencia a la desatención, con algunas risas cómplices de no sé qué o con un ‘yo pinto y quiero pintar el templete con pancartas 15M’... y así resulta difícil sumarse a un ‘estar’ que ahora mismo me parece imprescindible.
Quizás la mejor forma de conseguir que esto continúe sea el silencio, el absoluto silencio... ir a las manifestaciones que se convoquen, levantar las manos abiertas y guardar silencio.
Estas manifestaciones, en efecto, son más fuertes en el silencio. Cuantos más silencios, más alto sonarán.
ResponderEliminarQué pocas esperanzas nos quedan, amigo.
Ánimo, amor, si hay que seguir abajo y hay que ir lentos, sea.
ResponderEliminarCómo me gusta lo q dices. Qué de acuerdo estoy contigo.
ResponderEliminarY cómo me impresiona tu constancia, tu capacidad de ilusionarte, desilusionarte y volver a buscar caminos. Volver a creer en la gente. Volver a creer en ti.
Me caes de pm, Sr. Comendador, eres la leche -en verso-.