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Mostrando entradas de octubre 10, 2010

De cierto malestar y un cabreo telúrico.

El cuerpo otra vez, el cuerpo con esa sensación de malabares que llega en los otoños, con ese recordarte [por si acaso] que tienes una garganta y dos pulmones, que hay un algo ancestral que te protege de esas microinvasiones generales que llegan con el frío. El cuerpo otra vez, como ya digo, espasmándose en toses y tiriteras, jugando a estar quebrado en lo pequeño y bastante a disgusto. Ya conté alguna vez que me gusta este estado pasajero de malestar, que lo disfruto mucho porque me hace atender a que estoy vivo a pesar de las flemas y los ayes, me gusta percibir que el lacrimal aún tiene líquidos, que hay músculos pequeños en el cuello que nadaban sin más en el olvido, que hay una geometría en los riñones y algún gozne secreto en las rodillas... Vamos, que estoy pillando gripe o catarrete, que no sé qué será, y tengo sudor frío y un singanas, y bostezo y camino dobladino como en un acurruque, que siento en algún tramo ganas de vomitar y no lo hago... y que voy a ponerme una manta est

Apuntes de mi cuaderno.

• Que haya pan, aunque sea ligado a unas cadenas que se extiendan a grillos dolorosos en las muñecas... pobre Hombre... siempre buscando alguna fe y quedándose a vivir en una nostalgia. Que haya pan, solo eso... y tantas veces. • ¿Por qué siempre llegamos viejos a todo? • Si todo fuese tan fácil como abrir el paraguas para que llueva... • Cuando uno muere, también muere su eternidad. • Hay tanto hombre que solo percibe la vida cuando la está perdiendo. • Hoy tuve el gusto de conocer a los padres de Juan Carlos Martínez Peña y notar bien cerquita el sentimiento intenso que se trajina en ellos. Su madre, que se llama exactamente como la mía, Carmen, es un encanto lleno de sensibilidad... una sonrisa limpia, franca, bellísima... como silbar. • Reír con tristeza se acerca bastante a la idea que tengo de belleza. • Es realmente preocupante levantarte una mañana y notar que la tristeza se te ha quedado pequeña, como la ropa vieja. • Lo escuché no sé dónde y me quedé perplejo

Día parafernálico y por fin acabé con mi novela.

Día 11 de octubre. Esta tarde acabé, por fin, la corrección de galeradas de mi novela [o lo que sea, que aún no lo tengo claro], y estoy francamente satisfecho por haber acabado el trabajo, aunque sigo teniendo mis dudas sobre si funcionará, sobre si sabré hacerme entender en el laberinto caótico que he montado. Mientras leía, a veces pensaba que lo leído no lo podía haber escrito yo, sobre todo en los tramos chorro, esos en los que se deja correr la escritura a su bola [o que parece que se deja correr la escritura a su bola]. El sentido final de todo consistía en demostrarme a mí mismo que no soy capaz de escribir algo verdaderamente digno... jajajaja... y creo que lo he conseguido, pues me ha salido una verdadera indignidad en la que he intentado esconder mis pocas virtudes y sacar a relucir todos mis defectos literarios... lo que sí puedo afirmar con convicción es que he elaborado una antinovela, he destrozado a conciencia la idea que me enseñaron sobre el género, he faltado a casi

El desconocido que me visitó esta tarde.

Llamaron con insistencia a la puerta de la imprenta y salí a abrir... era una pareja de Madrid a la que no conocía, pero el tipo me trataba con mucha deferencia, con excesiva admiración y con bastante familiaridad... me dijo que era amigo de un conocido mío y fuimos a tomar una caña para charlar un rato. Ya en el bar, me dijo: “Cómo me agrada conocerte, no te puedes imaginar... un tipo al que he seguido desde hace más de tres años, con el que he sentido fuerte y que me ha dado duro en las entrañas, con el que me he reído hasta casi perder la respiración, que me ha hecho llorar y entender, sobre todo entender... dame un abrazo, anda, que quiero sentir tu fuerza”... y le di un abrazo con bastante vergüenza... “eres grande, ¿sabes?, pero grande de verdad, ¿eh?... no como esos tipos que ocupan las páginas de cultura de los diarios nacionales... incomparable, eso es lo que eres”. Yo, la verdad, ya estaba sintiéndome bastante incómodo, pues el tipo hablaba alto y había gente alrededor que n

Notas de mi cuaderno de noviembre.

Me he dado cuenta de que hay ciertas palabras que, pronunciadas por uno mismo y hacia sí, te dejan en ridículo. Una de esas palabras es ‘artista’. ¿Qué es un artista sino lo que los otros consideran de él? Debiera estar prohibido que uno se autodenominase ‘artista’ ante los demás, pues hacerlo le llena de daño a uno mismo y produce sentimientos encontrados y no controlables en el de enfrente. ••• No me gusta asistir a actos públicos de carácter cultural porque me suenan las tripas y arranco a sudar... pero también porque en este tipo de actos siempre se miente, se miente en todo... y hay bastantes individuos que solo van a beber gratis, a comer pinchos o a llevarse el librito de turno sin apoquinar la gabela precisa y necesaria. Todos sonríen satisfechos ante las obras expuestas y sus autores [mientras comen y beben, claro], y al salir hacen mofa del trabajo que vieron, que no crítica... odio a los que no saben ni ser diletantes. Tampoco me gusta ir a actos culturales porque el 90% de

Era tan jodidamente fácil...

"Amantes". Escultura de Juan Carlos Martínez Peña. Inexistente otra vez, como siempre, para estos reporteros pacotillos y rumiantes que pasan sus noticias al corpus provincial de papel prensa, aunque en su descargo queda que esta vez no me recortaron de la fotografía del acto de Pedro Mirón, como ya hicieran en la presentación de aquel ‘Voces del Extremo’ tan efímero y puñetero que se organizó en esta estrecha maravilla... y es sana inexistencia si viene de quienes constantemente modifican la historia pequeña [probablemente sin malicia y por falta de luz... digo ‘probablemente’]. Lo peor es que borraron sin más un acto del arco cultural del día bejarano, un acto que me parece importante y significativo [probablemente también sin malicia y por falta de luz... era a las siete de la tarde de un sábado, hora difícil para la prensa, entiendo], la presentación de la exposición antológica del escultor salmantino Juan Carlos Martínez Peña en el sitio de ‘NOTESALVES’. Ya sabemos lo