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La hora de todos


Toca ahora esa cosina del haber elegido muerte... sí, eso a lo que también le llaman la hora de todos [la de pagar, coño... no la de la muerte... o sí]... y ya me da la risa [floja, por supuesto] porque no me queda otra...
Y metido en faena [que es faena de las gordas], pues que me pongo a imaginar lo que me hubiera gustado ser en la vida... yo qué sé... esto no, por supuesto, que esto en lo que estoy es un incendio y yo me encuentro encadenado justo en el centro de las brasas más calentitas... tampoco me habría apuntado a S. de O. del PSOE ni a meapilas de misa diaria... yo qué sé... yo qué sé... la verdad verdadera es que yo siempre he querido tranquilidad, sosiego, calma, soledad... os aseguro que me habría conformado con una casa normal y pequeñita [menos que limpiar], un sueldo de obrero [menos que gastar], un buen ordenata con línea de internet y su impresora, mis plumas con su tinta correspondiente y un par de paquetes de folios al mes... tabaco [que no falte], un café a las tres y dos comidas diarias [frugales, que no estoy para atracones, y baratas, que me conformo con una sopita de fideos y algún que otro bocata de lo que sea]... quizás es demasiado lo que pido, pero a ello sumaría trabajo, un trabajo cualquiera [sé adaptarme] que me dejase las noches para escribir y leer [de esta burra si que no me bajo, ni me bajaré jamás]... no quiero vacaciones [siempre me han roto el ritmo], ni viajes fabulosos, ni estancias en hoteles, ni salir a cenar alguna noche, ni tomarme unas copas, ni siquiera quiero coche [me sobra]... solo un espacio en el que estar tranquilo y con mis cosas... y mucha monotonía.
En fin... que venía esto a que hay que pagar y basta [que es lo que dicen por carta acusada las instituciones cobrantes]... pero eso ya me toca los cojones... aunque habrá que hacer algo, algo sonado, que este pueblo mío se presta a ello y no es cuestión de somatizar las cosas y solo somatizarlas... cómo me voy a quedar de brazos cruzados en un espacio que arroja las más inserenísimas figuras del estrambote nacional... aquí hemos gozado de un enterrador que sembraba tomates y lechugas en un patio del cementerio [y creo que era material de primera], a otro del mismo oficio que hacía pesas en la sala de despiece con palos y piedras que semejaban mancuernas, a un funcionario cobrador que se quedaba con lo cobrado, a un bombero que robaba a las víctimas de los accidentes antes de salvarlas, a un meapilas que se trajinaba a una perica cada noche [familiar suyo] y luego iba a misa de madrugada para lavar sus pecados, a un cura putero que se jugaba las perras a julepe, a un constructor que construía en terreno público y luego denunciaba al ayuntamiento por haberle dejado hacerlo, a otro constructor que vendía pisos con luz enganchada al alumbrado público y agua de obra, a una loca que era más lúcida que el noventa por ciento de la población paisana, a un requeté que hablaba mal de Franco en los bares, a un Panguy que organizaba carreras de burros en el interior de su tasca, a un tipo que decía ‘hola/adiós’ cuarenta veces por minuto, a un fulano al que le llegaba la chorra por debajo de la rodilla y se la enseñaba a los incrédulos, a un rico al que le faltaba un huevo y lo dijo en público cuando lo hipnotizó un farandulero en una discoteca [vaya vergüenza para su familia noble], a un bancario que robó todo lo negro que le habían ingresado sus clientes y acabó en descapotable [olé sus huevos], a un hombre moco que, durante un concierto, se desnudó enterito delante de Karina por las fiestas patronales; a una viejina deliciosa con turbante y bata de boatiné que lleva cafés calentitos a los tenderos que le caen bien, a un bandido desinhibido al que le dan trabajo oficial para que no dé guerra [cuando no pena destierro], a un par de exconvictos ricos, a un ejecutivo que lleva en el cuello una cinta de San Blas en color celeste, a un pentacampeón de los infartos que fuma y bebe como un cosaco [y lo que se tercie], a un torero enterrador, a un barrendero letrado [y de los buenos], a un camarero de los Camarero del barrio de Salamanca, a un tendero que se cabrea si vas a comprarle algo, a un exalcalde que dijo en público “aquí tenéis los mejores jamones, pero los mejores cerdos venimos de Extremadura”, a un desaparecido del que ya no habla nadie, a dos ciclistas castigados por dopaje, a una oncóloga de puta madre a la que no conoce ni Dios, a tres que han visto ovnis y lo cuentan... sería interminable enumerar a tanto clásico galletero... así que habrá que hacer algo distinto a ese ciscarse en la mar serena mirando a las cámaras espía de las instituciones que visito... me están dando ganas de disfrazarme de Mambrú por carnavales y mearme en todos los cajeros automáticos de la población hasta que les salgan chispas... o mear directamente a esos funcionarios imposibles [que seguro que les encantará recibir mi agüita amarilla en sus caras de imbéciles]... o lo mismo vestirme de torero y banderillearlos en las costillas según pasan, coño... es que me dan ganas de hacer algo sonado, una ‘acción’ [así llaman a eso los poetas concretos y los performers]... todo un acto cultural y alternativo sobre el cuerpo dramático de algún funcionario de Hacienda o de algún bancario empingorotado... cagoenrús... una buena patá pa los güevos y un te jodes como yo estoy jodido... y es que sacan lo peor de uno, coño, lo peor... pandilla de mamones y lameculos, aprovechados de todo y de todos, hijosputas de mala baba... en fin...

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