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Mostrando entradas de octubre 5, 2008

No, padre, no te vayas a detener ahora en la lectura.

(Desde el poema ‘Subway’, de Juan Cameron) No, padre, no te vayas a detener ahora en la lectura, no estropees las cosas leyendo a los marciales escritores de tu tiempo, y menos a los santos varones que son presa segura de estudiosos para ganarse el pan que no merecen; no me vengas ahora con esas naderías de ‘lo que me he perdido…’, que no tendrás razón. Sigue a tu justo paso, con la mirada puesta en el edén chiquito que se ve desde casa, con las manos seguras dando valor al peso y solidez temprana a mis días azorados. Tú no necesitas leer, padre, pues perderías tu tiempo, y aún te resta camino para atrapar las cosas por tu saber de oficio. Te basta con alzar la mirada para comerte el mundo y entenderlo, y no es asunto tuyo toda esa pantomima de cervantes y lopes, de kunderas o joyces. Podrías ofrecerles a todos esos tontos letraheridos [entre los que me incluyo] el canto más hermoso de las amanecidas con solo alzar tu mano, la solidez magnífica de un gran carácter, la postal siempre ní

Fragmento escrito en la cafetería.

La ofrenda de las tienditas chicas a la gente era mostrarse en los días claros bajo los toldos sucios. Todo buscaba adorno para los ojos náufragos de los que paseábamos la turbiedad sonora de los años ochenta: el bacalao colgado sobre la guillotina como un despojo incierto de aquello ultramarino, los sacos de lentejas para escoger en casa en el plato Duralex y en la mesa camilla con manteos, el almíbar de lata de los melocotones con su óxido ancestral, los rulos apilados de los ‘chiclet Bazooka’ con sus tres rayas transversales, los tebeos en Márquez colgados con las pinzas de madera pulida soportando los cambios caprichosos del tiempo meteorológico, la trenzas de las muchachas compitiendo con las ristras de ajos aluminando el sol, los paraguas de botón [“la técnica americana al servicio del consumidor más exigente”], los “Piuma d’oro” con boineta plexiglass en cuadritos vichy [“justo complemento para tus Katiuskas”], las manzanas reinetas trampeadas en su burda caja de madera [mi padr

“Bonheur domestique” de Pat Andrea.

Hoy solo comió arroz la musa delicada, porque estaba tristísima, desolada por el mal trato de otros. La consolé mirándola a los ojos y me pareció por un instante que empezaba a florecer. Entonces se me vino a los ojos como el “Desnudo en cama” de Plutarco Andujar o como el “Bonheur domestique” de Pat Andrea… mejor como el ‘Bonheur domestique’, con su mano perdida en el sillón azul, haciendo florecer a su ocupante. La triste recogía sus rodillas con los brazos y alcanzaban la rabia sus ojos zambullidos en el celeste. Le dije entonces: ‘tú eres la eternidad, busca en la almohada el norte y hazte alma de trapo’. La musa delicada sonrió sin querer, y estuve a punto de hundirme en sus mejillas como un traspiés. La dejé con su arroz y me amputé de su mirada blanda y desfelina. Me dolió un poquito. ••• Ya tarde, hablé cortas palabras con el indeciso [nunca sabe si hará o no hará, siempre busca atónitas razones para ser el contrario de su nada]. Ya no insisto si pronuncia sus noes o sus síes c

¿Y tú qué sabes de ti?

¿Y tú qué sabes de ti? –le digo a nadie después de darle un golpe de vista a las diversas páginas de internet que sigo a diario–. Me enferma esa costumbre de lidiar toros ajenos y enviar al toril a los próximos, guardando entre cabestros los afilados cuernos deudores de pechos y femorales propios. Ser un buen hombre o una buena mujer no consiste en descubrir lo peor de los demás, que quizás sea todo lo contrario. Y mostrarse atacando desde los propios valores asumidos [que probablemente no sean más que contravalores si se miran de cerca y bien] termina resultando un espejo que emite señales alarmantes sobre ti a los demás. Prefiero, sin dudarlo, los espacios en los que la expresión aflora sin esperar miradas o reacciones, en los que sus autores se vacían o gritan su fracaso o su día prosaico y aburrido, y no lanzan las flechas envenenadas al azar de la red bajo el riesgo seguro de resultar petulantes y estúpidos. Cada uno tiene sus pericias y las tramita, pero eso no supone la razón o

Desde el huerto magnífico de todos.

*Fotografía aparecida ayer en El Adelanto 4 de octubre de 2008 [ayer, el malestar que traía no me permitió colgar esta entrada] Llegué del XI Encuentro de Poetas Iberoamericanos [‘huerto magnífico de todos’] con una importante infección urinaria [no en vano me tiré al barro de la fría noche salmantina junto al inefable Juan Antonio Bernier –total pa nada– con una camisina blanca y una chaquetilla de mentira, entrando a montones de garitos donde el calor era sofocante y saliendo de ellos regazado para aterirme al instante]. *Con Curro Bernier durante la cena del día 3 El encuentro fue estupendo, entre otras cosas, porque me trajo al Bernier más piporrillo con su cosa de búlgaro en ciernes [lleva el hombrito poco menos de un mes en Bulgaria como profe de español y anda como pirulín bandera], por recuperar y volver a abrazar con ganitas a Isla Correyero y quitarme de una vez esa distancia que tanto me molestaba y con la que tantos cabreos me he pillado… no hay como verse, ¿verdad, Isla? [