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Mostrando entradas de septiembre 14, 2008

Si quieres venir...

SENTADO SOBRE EL COFRE, HABLO A LA DIOSA Si quieres venir, has de saber que jamás piso tierra sagrada y que palpo la vida con las manos abiertas, que bebo la leche fría en el tazón blanco y dedico las mañanas a acumular la savia que haga crecer un árbol hermoso sobre mi tumba, que transito desnudo el espacio que dejan las mujeres para impregnarme del viento de sus danzas, que en la noche apago las orillas y recojo el horizonte, que colecciono almendras con vocación de ojos y me baño en el jugo que vendimio en los vientres. Debes estar dispuesta a repararme con el cuchillo oxidado, a conquistar mis axilas rebeldes con tus dientes blanquísimos y a buscarme el envés con perversión y signos. Debes estar dispuesta a admitir mi evidencia e incluso a suplantarme si me vieses cesando. Debes estar dispuesta a beberme, a chuparme, a poseer mi espalda, a anular mi esplendor con dulces resistencias, a vigilar mi sueño sin tocarme los hombros, a buscar los matices de mi nuca afeitada, a custodiar m

Noticias de Belén.

Recibo hermosas noticias de Belén Artuñedo junto a su nueva entrega poética “Carta a la desconocida”, publicada bajo el uso fantástico de ‘La última canana de Pancho Villa’ [número 488]. Mi amiga vuelve a viajar a Vietnam y yo sigo sintiéndola cerquita y muy lejos a la vez. “Muchas noches me paro a pensarte como aún no te he visto, me paro a pensarnos compañeros del viaje que más nos estrechó, en toda la distancia que existiera siempre. Me paro, algo que consigo hacer muy pocas veces, para acercarme a ti teniéndote presente, queriendo que lo sepas, que estoy, que me has tenido, que puedes pedirme (ojalá lo hicieras), que puedes expulsarme del tiempo que te queda, de tu cuerpo extrañado que no puedo cambiar. Y es eso lo que sabemos: el peso de nuestros ojos sobre el tiempo que a unos desahucia y a otros preserva. A mí me duele el pensamiento de ti acostado, sin conocer tus fuerzas, tu batalla, el reto en el que muerdes, la vida que repasas en la que yo no estoy. Y me falta el amor de de

“A las niñas les crecen largas piernas..."

¿Me apoyo en mi poesía para meditar o medito como apoyo a mi poesía? No lo sé. En todo caso, sí que percibo que antes del poema hay un silencio hermoso, y que el poema en su cauce me lleva de nuevo a ese silencio después de las palabras, brillando con su forma en el papel blanquísimo. ¿Es el poema, entonces, el silencio que lo trajo y el que lo dejó atrás… o es el plazo en el que se hace dibujo de palabras como un frenesí? A mí me gustaría que el poema fuese todo: el silencio, el coito de la mente con el trazo, el silencio otra vez, la recreación por otro o por mí mismo, la interpretación por otro o por mí mismo, el silencio de nuevo y una muerte plural que lo deshaga. ••• Mi problema es el tiempo [este tiempo en el que intento multiplicarme y me divido o me sustraigo]. Querría estar pensando y escribiendo doce horas diarias, pues es mi fortaleza y mi salvación como hombre, pero me puede esta labor de taxista/taxidermista/hombreparatodo mediocre en la que estoy metido. Para ejemplo, un

Cada día me preparo para decir adiós por si fuera el último.

Cada día me preparo para decir adiós por si fuera el último, porque no me quisiera ir de aquí sin despedirme… pero en la noche me suelo percatar de que no me he despedido de nadie, aunque sí lo he hecho de mis cosas. Y es que no sé dar el beso como si fuera el último, el abrazo como si se acabara, la mano como si ya no fuera a apresar al alba nuevo. Y así me siento como en el oficio de fénix, y voy borrando la luz que pasa para escribir la nueva. Y me entristezco un poco. Luego busco en mi carne mortal algo con lo que entretenerme, y juego a separar el blanco de todo lo mirado y ponerlo en un plano de contraste o enredo en el vacío gráfico de las palabras escritas para buscarme en él… y siento que mi ojo ha aprendido a engendrar animales extraños según cada latido, que mi corazón podría estar en el mostrador de piedra de esa casquería donde están alineadas las cabezas peladas de los cabritos y las blancas manitas de cerdo… y también acostumbro a amar físicamente con palabras, hacer de

Sentir que cada día es como el abrazo del tigre...

Sentir que cada día es como el abrazo del tigre, mientras oigo el rumor de las hojas rozándose en la fiebre de la arboleda y el viento se hace con todas mis banderas personales y las desgarra. Y del primer zarpazo sentir el resplandor como algo físico que me resume en selva, una selva de la que salen las doncellas temblando entre las sombras, como buscando cobijo en mi perfil de sangre y carne y esqueleto. Y notar el latido que hace añicos los espejos y ser flor insegura y hembra de mamífero y espíritu de espiga incierta. Soy cazador desde que mi genética empezó a cocerse con el barro y los ancianos muertos frente al fuego y, aunque está algo almidonada mi estatura de cruel depredador, busco cada mañana las armas más propicias para salir al mundo: mi piel de sordomudo, el zurrón de las manos para acariciar los cuerpos quietos de las presas, el dedo escondido buscando la tensión de los cuchillos, el cuerpo harto de aceite para engañar al olfato, lo dientes enmascarados de maíz amarillo,

Somos el complemento que ha de hacernos el uno si hay abrazos.

PRIMERA INCURSIÓN EN EL VÍDEO • UNA VISITA EN BARRIDO A MI ESTUDIO ••• Solo sé de la tierra firme y presumo el mar en las caracolas de las estanterías, en los collares de coral de las chiquillas y en las hermosas fotos de las agencias de viajes… pero solo quiero saber de la tierra firme, enraizarme junto a los chopos verticales igual que mi destino y posar el pie sobre la roca firme que mulle mi camino con sus aristas cortantes, saber que el viento silba sobre la superficie leñosa de los castaños y que llevar sandalias en un riesgo seguro para el pie. Que el deseo se fragüe sobre este aire dilatado por el sol y excitarme sobre lo que está quieto, y que no haya sorpresas en el substrato; y que mi cabeza se apoye de lado en la almohada para dejar que entren los sueños desde arriba, y salgan. Con el pie seguro, podré buscar la música a mi idioma, dilatarme en cada sorpresa y regenerarme en cada verso nuevo. ••• Busco ese magnetismo que te atraiga hacia mí, lo busco siempre, constantemente