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Mostrando entradas de enero 6, 2008

Ha muerto Ángel González

Ha muerto Ángel González, sin duda la voz poética en castellano más importante desde Francisco de Quevedo… y yo he perdido a mi referente máximo, al amigo mayorzote, al maestro mejor, al compañero de palabras, al hombre tranquilo que me servía como modelo de ser y estar. Desde que tuve la suerte de compartir mesa con Ángel un día ya lejano en Rivas Vaciamadrid, gracias a mi otro amigacho José Luis Morante, comprendí que tenía la hermosa suerte de sentir lo mítico con todos mis sentidos y esa divina sensación se fue acrecentando en los diversos encuentros que tuvimos con posterioridad. Cuando vino a Béjar, Ángel me contó que en su juventud viajó mucho hasta aquí desde Oviedo, pues tenía por entonces una novia bejarana que le traía de acá para allá fruto de un enamoramiento fascinante. Y las lágrimas me llegan a los ojos recordándole beber justo cuando llegaba su horita Hemingway, ayudándole a salir de todos los locales que cerrábamos [no sé si por la cobardía que le producía su visión m

El tipo del periódico.

A la singularidad nunca se puede llegar desde la efectación ni desde el culto a lo artificial, sí desde el pensar y el hacer de forma espontánea. Por ello es necio quien se presta a distinguirse de los demás de forma calculada y epatando como un estúpido [corto parece a veces el espacio que separa al ser verdaderamente singular del incorregible estúpido, pero la distancia entre uno y otro es infinita]. Singularizarse, por tanto, no es ir armado de la necesidad de mostrarse brillantemente y rebuscadamente novedoso, sino vibrar en la misma cuerda del mundo, interpretarlo para uno mismo, interiorizarlo y formarse una opinión [que puede ser distinta –muy pocas veces– o igual a las ya conocidas, pero una opinión propia y elaborada]. Así visto el asunto, la singularidad consiste sencillamente en ir dotando a tu intelecto de un material que está flotando fuera de él y que hasta el momento de procesarlo no lo tenía como propio. Por tanto, singularizarse no consiste en darse a la extravagancia,

Un apunte.

¿Hacia dónde se orienta el pensamiento del hombre social si le sacamos del grupo a los políticos infames, a las hienas de la religión y a los ujieres del dinero? Yo lo tengo bastante claro, y parto de cierto positivismo aliñado con un buen chorrito de optimismo: Creo que la ideología natural del hombre común se orienta hacia una sociedad pacífica [incido de nuevo en apuntar que esto es así si le quitamos a los individuos ya mentados en el párrafo anterior y los destruimos directamente] basada en la razón, el avance de la lógica científica y el progreso anonadante de la tecnología. Sí, sé con certeza que esa es la orientación del hombre con una mente sana y no me caben dudas. El problema radica fundamentalmente en que este grupo humano [el más numeroso, el que se deja llevar, el que trabaja y construye desde la alienación aceptada o subliminalizada] alcance la hegemonía y ostente el poder en sus versiones social, política y económica. Así visto, la revolución necesaria radica en apartar

Poesía para medir la fuerza del grito o saber la confusión del orgasmo.

Cuando Alberto Lista defendió en 1841 que la poesía debiera ser una ciencia y no “inspiración, genio y entusiasmo”, se hundió en dos crasos errores que hemos venido pagando y sufriendo en las posteriores generaciones poéticas: 1. Consideraba, bajo afirmación taxativa, a la poesía “ como el arte en general de describir lo bello y lo sublime, y de halagar y elevar el alma con sus descripciones, ya sean hechas con la voz hablada y escrita, ya con los sonidos de la música, ya con el buril, ya con los pinceles, ya en fin con las simetrías geométricas. ”. 2. Negaba la posibilidad del verso libre bajo el siguiente párrafo: “ … todos conocen la secta nueva de poetas, que ni aún como arte quiere considerarla, pues niega la existencia de las reglas, y no reconoce más principio de escribir en verso, que lo que sus adeptos llaman inspiración, genio, entusiasmo, y algunos misión, no sabemos de quién. Dejémosles pues, la libertad de delirar a todo su sabor… ” En su consideración (1), Alberto Lista n

Pobre Magdalena...

Feliz porque que he recibido postal rechula de mi Belencita desde Hanoi, porque me ha escrito Antoñito Orihuela encantado de la lectura de ‘Esa intensa luz que no se ve’ y porque Abraham ha contactado a través del blog [necesitaba yo ojos como los suyos para mis palabras]… y cabreado porque durante el café le he echado un vistazo a la prensa nacional [lo hago contadas veces al cabo del año] y me he encontrado en el jodido ‘El Mundo’ y en el zorolo ‘El País’ con el dibujo de un cuerpo humano en ‘decapé’ sobre el que se sitúan con todo detalle las lesiones que la Guardia Civil le ha hecho a un etarra detenido. Ya está bien, coño. ¿Por qué cuando ETA asesina a un ciudadano con uno de sus bombazos o con sus dañinas balas no se hace lo mismo con todo género de detalles hasta que le llegue el asco a los lectores asiduos u ocasinales contra esa piñata de sanguinarios? [cuarto de kilo de riñones con trescientos gramos de metralla, hígado troceado por estallamiento expansivo, ojo punzado por cl

No estamos hechos para el orden.

Comprender lo que de caótico tiene la mente humana es comprender al hombre mismo. No estamos hechos para el orden, pero nos apoyamos en él para ir sumando piezas al puzzle que somos. Es más, si nos ceñimos al orden con vehemencia, fracasamos siempre, pues en él viven la seguridad y la previsión, y con ellos el adocenamiento de las mentes. El hombre capaz debe ser contradictorio, descolocado, disperso… debe aprender a negar sus afirmaciones taxativas y a buscar fuera de esa línea recta de puntos severamente ordenados, debe ser convulso y diametralmente opuesto a sí mismo… También es preciso que el hombre lanzado al mundo y a su creación [la del mundo y la suya misma] adjure de la humillación de tener que admitir que su saber viene solo de lo pensado, hecho y escrito por otros hombres, porque eso supone ponerse fronteras y acuñar límites. ¡Sí, debes sentirte humillado de no lograr pensar por ti mismo!, porque sin esa humillación no ‘serás’, sino que ‘te serán’… y partirás del fracaso e i

A ver cómo se nos cae el año encima.

Asistí esta mañana al rito consumista familiar del intercambio de regalos navideños, y lo hice de mala ganita, como casi siempre. Magdalena estaba posadita en su sillón, apagadita, escorada hacia la izquierda como un barco encallado, tan vegetal como un dondiego de noche y compitiendo con el reloj de bronce de falsete de la encimera en un a ver quien cojones gana… Ángel, desquiciante en su estrábico estar, como con una prisa intensa por todo y para todo, como con un hambre lunar de noches y de días completos, y enganchándonos en el magnetofón una jodida cinta antigua de villancicos que ponían un extraño rumor al rito… los demás estábamos como en una iglesia ortodoxa, calladitos, con los ojos vivaces buscando la salida o el final más cercano de ese no saber qué hacer y rogando a los cielos más unamunos que no nos nombrasen para tomar nuestro regalo… a todos nos tocó, y a cada uno, hacer el teatrito del óbolo recibido con sorpresa y comerse en un pequeño mansalva la racioncita de roscón