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Mostrando entradas de septiembre 9, 2007

Hados, coño, échennos ustedes una manita.

Hay un estupidario de andar por casa que manejamos todos con harta frecuencia. De él salen los absurdos, las palabras perdidas, las oraciones mal trabadas y las opiniones y los asertos más peregrinos… y con él nos batimos el cobre social, un cobre sin demasiado interés, pues solo sabe de la vocación que consiste en hacer de la estupidez individual una estupidez de todos. La voz social necesita portavoces para que no hablemos todos a la vez [aunque sean portavoces de la estupidez], y la portavocía implica únicamente llevar a palabras comunes los sentimientos compartidos [eso si la portavocía responde a su definición correcta]. Mi reflexión sobre este asunto quiere acercar la idea de que en democracia nada es lo que debiera ser ni hay solucionarios positivos que acerquen ese ‘ser’ a lo que ‘debiera ser’. Veamos el aspecto de la pirámide democrática: 1. La voz del pueblo [hasta la estúpida] se resume tan solo en el acto del voto, un voto que se da siempre a una colección de cartas marcada

El terror de las mujeres infelices.

Viaje a Helmántica con asuntos administrativos que solucionar… prisa, calor sofocante, un par de colas enormes y tiempo en el medio para pensar o detenerme en los hermosos ‘zamoranos’ que se agarraban a mis ojos como lapas visuales. Helmántica estaba hoy como gastada, con cierta cosita de resaca de ayer, llena de garitos pequeños y postizos que daban nota de la fiesta nocturna. No me gusta así Salamanca, porque olía a vómitos por el centro y a fracaso por los barrios [me hice así como dos largos caminando por la ciudad, ya que las dos instituciones que visité eran casi extremos geográficos sobre el plano. Mientras caminaba la Gran Vía, se me vino a la cabeza ese rol malvado que juegan algunas mujeres cuando pasan de los cuarenta y han perdido la gana del roce suave para cambiarla por el reino del voceo y la mala uva. Su mal es que se abandonan, entre otras cosas, porque no sienten ya su atractivo como causa de dominación y se tiran a la piscina de la verdulería y el mal carácter, y no

Respuesta diarística a unas declaraciones públicas de doña Purificación Pozo

A primera hora me llama mi madre para contarme que ‘doña’ Purificación Pozo ha mencionado mi nombre por la radio para criticar las fiestas de Béjar, indicando que Paco Ortega es amigo del ‘socialista’ Luis Felipe Comendador con no sé qué espurias intenciones [o sí que lo sé]. Puntualizo a la ‘doña’ y le ruego que no vuelva a nombrarme en público. 1. Paco Ortega es mi amigo, sí, claro, desde luego. Y le quiero un montón. ¿Algún problema? Yo nunca he hablado por la radio ni de usted ni de sus amigos [si es que los tiene] y menos para criticar a otros. 2. Paco Ortega no llega a Béjar para hacer las fiestas de los socialistas [como usted dice], haga memoria o busque en sus archivos o pregúntele al colega Luis Francisco Martín, que es mil veces más elegante que usted [recuerdo que hace un año y medio tuvimos una reunión distendida –con copita– en mi local de la calle Colón (a la que asistieron el mentado Paco Ortega, Luis Francisco Martín y el entonces y ahora periodista de ‘Tribuna de Sala

Cuando llega septiembre [vintage naked]

* [Foto robada por Concha durante el Festival de Blues... ¡brujilla!] ••• Cuando llega septiembre me entra una euforia chiquitita que se lleva de pronto, como el simún, el placer de las chanclas, el sudor sobaquero y la estival estética de llevar las camisas por fuera del pantalón. Mi cuerpo empieza a pedir el jerselino y mis pies demandan calcetines… junto a ese vestuario viene también la gana de escribir y el rumor de cistitis se va haciendo más cierto. Ya no sirven las sábanas como ayuda nocturna contra los relentes para tapar el cuerpo desnudo… ahora empieza el ciclo del pijama [primero el de tela de algodón y luego el antilujuria esquijama –que lo mismo viene de ‘pijama de esquimal’– de rizo], el rito de las mantas [en octubre con una y en noviembre con dos], que no soy tipo de edredones modernos. En cuanto a las posiciones, pasaré del estiramiento pleno veraniego a la posición fetal de oso en invierno, ésa en la que me recojo para sujetar el calor corporal y sentirme carne apreta

Aves que migran.

Esta mañana tuve una de esas salidas de trabajo que empiezan sin ganas y terminan dejándole a uno lleno de euforia. La misión encomendada por mi cliente consistía en realizar unas tomas fotográficas de un listado de lugares bejaranos que me había proporcionado previamente. Como digo, salí sin demasiadas ganas con mi cámara al hombro, hasta que llegué a la puerta del pico de nuestra muralla en la que me di de golpe con una imagen espectacular y absolutamente plástica [mi abulia y las pocas ganas de cargar con peso –soy un zorolo para estas cosas– hizo que solo sacase montado el objetivo 35-70 mm., lo que me hurtó de hacer unas fotografías de detalle muy prometedoras]: Diré cientos de golondrinas por no parecer exagerado, pero es muy probable que fueran miles las que se reunían en el tendido eléctrico de baja tensión ubicado de forma espectacular en aquella zona [un tendido que vuela desde la mentada Puerta del Pico –donde existe una torre eléctrica–, discurre por todo el valle, atravie

El reves de la trama

Hoy me ha entrado como una morriñita canalla y el café me ha parecido como aguado sin tener a Paco Ortega enfrente y sonriendo. El tipo es un auténtico campeón de lo cercano, de saber acompañar siendo. Y yo ahora entiendo perfectamente que su éxito es ése: saber escuchar, sonreír, hablar quedito, insuflar emoción en cada pequeña cosa y anotar siempre positividad. Y siento la necesidad de ponerme a escribir algo para Paco, lo que sea. (17,37 horas) ¿Pienso porque existo o existo porque pienso? Quizás en esta pregunta se encuentre el filo que vierte hacia dos hermosos abismos en los que no queremos caer: el del pensamiento a partir de la existencia o el de la existencia como causa voluminosa y viva del pensamiento. En el primer supuesto es necesario un ente creador de la existencia, mientras que en el segundo es el propio sujeto el que crea su condición existencial. Yo me quedo indudablemente con la segunda opción a sabiendas de que nado en un mar de incertidumbre. Existo porque pienso,

El delicioso estado de ataraxia.

En la búsqueda de la ataraxia [es el agua en la que intento nadar desde hace unos diez años] encuentro dificultades que no sé solventar; y lo que más me fastidia es que esas dificultades emergen siempre de los asuntos cercanos y pequeños, ya que en los grandes temas sí que soy capaz de encender la serenidad de ánimo. Todo ello hace que no sea un escéptico al uso [que en rasgos generales sí que lo soy], pues sumo pasión cuando alguna circunstancia mínima y casi inexistente me tuerce los postulados ideales a los que quiero agarrarme: Soy, entonces, un escéptico pasional lleno de guiños hedonistas. Analizando el estado de mi serenidad, concluyo que viene de mi convicción absoluta de que nada es importante [todo relativizado en el tiempo, claro, por el momento y el estado de ánimo]: No es importante ganar dinero como no es importante no ganarlo. No es importante trabajar y no hacerlo. No es importante amar como no amar. No es importante la vida en sociedad como tampoco lo es la soledad com