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Dios toma el café con sacarina.


Empiezo la mañana con intensidad tomando un café con Juan M. de Marañón preocupado con el tema Morille. Charlamos un ratillo y llegamos a la conclusión de que hay que dar paso al diálogo, por lo que llamo a Manolo Ambrosio y quedo con él para tener una reunión en Béjar el próximo lunes. El tema acaba con la llegada de Paco Montero y de José Manuel [Caja Duero], el primero acelerado con sus cosas empresarias y el segundo, como siempre, poniendo calma, sosiego y sonrisas.
Qué importante es el diálogo mirándose a los ojos, viendo volar las manos de tu interlocutor y sabiendo sacar sonrisas de donde habitaba el mal rollo. El problema general es que el gentío no sabe mezclar la seriedad con la chanza relajadora y se engolfa en hacer causas vitales/mortales donde sólo cabe buscar soluciones y encuentros como final expreso y moló. Después de todo, los problemas siempre provienen del carácter de tu interlocutor, y las soluciones también. Es decir, los problemas somos y los creamos las personas, por lo que el mejor solucionario pasa por trabajarse a la persona que crea el problema y no al problema mismo. Y todo por historias absurdas que tienen que ver con el honor, la vergüenza, el pudor, el sentimiento de inferioridad/superioridad y otros sentimientos personales que casi nunca tienen que ver con el meollo de la gestión/problema y que, sin embargo, hacen inviables las soluciones.
A mí me suelen dar ataques de risa con estas seriedades problemáticas, y muchas veces de esas risas crecen las soluciones.

(15:40 horas) He tomado café con Manolo Chinato, que estaba celebrando la concesión de un crédito para comprarse un coche de segunda mano. Es un tipo racial, estupendo, un joven eterno y un sobresaliente rapsoda de lo suyo. He quedado en bajar hasta su bar de Puerto de Béjar a tomar unas copas con él.

(16:25 horas) Me pasa el colega Juanito un recorte de prensa sobre la exposición «La cerámica española y su integración en el arte», que está abierta al público en el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias de la ciudad de Valencia. En dicho recorte se hace homenaje de admiración al colega Alberto Hernández, que partricipa en dicha exposición junto a artistas tan destacados como Picasso, Gaudi, Barceló, Zuloaga, Artigas, Cumella, Miró o Chillida [esta exposición permanecerá abierta al público hasta el día 4 de febrero de 2007]. También se da nota de la compra de dos obras de Albertito por el Ministerio de Cultura, por lo que me siento absolutamente feliz [pido en este punto a cualquiera que lea estas líneas y tenga acceso a conseguir un catálogo de dicha exposición, que lo haga en mi nombre y me lo envíe a gastos debidos a mi dirección de Calle Las Armas, 12 • 37700 Béjar (Salamanca), pues mantengo abierto archivo sobre el artista con el fin de realizar un estudio más profundo sobre su obra que el que ya publiqué hace unos años, «La luz en las manos». Gracias].

Vista la nota de prensa, vuelvo a recordar al amigo y pienso en el café que nos tomamos juntos hace una semana y en la conversación breve que mantuvimos sobre las posibilidades de futuro para un artista contemporáneo. Yo creo que su apuesta debe centrarse en buscar el salto a Estados Unidos y a Japón. La verdad es que no sé cómo puede conseguirse saltar hasta allí si no es con dinero y con la apuesta fuerte de un lobby, pero habría que intentarlo de alguna forma, pues la obra de Alberto crecería allí en prestigio y se pondría en valor, dándole al colega la ración de justicia que se merecen él y su obra (eso por no hablar de su trabajo de investigación e innovación en el arte cerámico y de su arriesgada apuesta por llevar a la cerámica mural a una altura cualitativa que hasta la fecha nadie ha alcanzado, la de equipararla como técnica artística en iguales condiciones que la pintura o la escultura).
Todo llegará, hermano, estoy seguro.

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